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lunes, 31 de agosto de 2020

El Cobertizo del Carpintero

El Delirio de Los Viejos

Por Gilberto García Mercado

A uno lo asustan los años cuando en reminiscencias urgidas por unas cervezas comienzas a ver en tus acciones que lentamente te asemejas al viejo. Antes todo el mundo te decía, "cómo está joven" y, tú sonreías complacido porque lo de joven creías que te iba a  alcanzar para siempre. No obstante, no te acuerdas cómo poco a poco en la calle comenzaron a decirte señor. Y hoy, cuando te miras al espejo y ves la misma imagen de tu padre, quien retoza en el jardín despreocupado, quizás perdido en la demencia senil que poco a poco lo va minando, esa cara antes risueña, en la que no se advertía arruga alguna, sino solo arrogancia de joven creído, sintiéndose Dios, te asusta y comienzas a odiar a tu padre, aquel señor que en la esquina se acostaba con todas las vecinas, porque parecía un hombre de roble para el sexo por su musculatura.
Jamas pensaste que lo de la piel vieja te abordara tan de repente. Tú,  tantas veces burlándote del viejo Jeremías, el pobre tipo que no podía  subir los muebles al cobertizo de carpintero del señor Tomás, tu padre, el siete mujeres y, entonces para humillarlo por su vejez le restregabas en su propia cara la frase aquella que hoy se devuelve en tu contra: "Hoy como que no desayunaste, Jeremías. ¡A ver déjame ayudarte!". Y en seguida le dabas un empujón apartándolo de tu lado.        
Ahora estás derrotado. Los años te han arrinconado en el jardín de esta casa vieja que se cae a pedazos como se caen los sueños y la vida, ahí, al lado de don Tomas, en otro tiempo el envidiado por todos los de la vecindad, quien tenía que hacerse el desinteresado ante tantas mujeres que caían rendidas a sus pies.
En el viejo que delira en medio de esta construcción a prueba de fugas, adviertes que tu padre te lleva cierta ventaja en esa cuesta por la que ahora suben los dos rumbo a ninguna parte en que las carnes se deshacen y se caen a la intemperie de un polvo milenario que lleva siglos acechando.     
Imagen de Rigoberto Díaz en Pixabay Imagen de Leroy Skalstad en Pixabay