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martes, 27 de octubre de 2015

                              

                             DOLOR DE CIUDAD

Un Lumbalú por los Cuerpos de Agua


                           Por Juan V Gutiérrez Magallanes


                                                                                                                                                                                                                





El mangle ha crecido
para sustituir los baños

Los olores avivan el verdor
de las hojas y robustecen
las algarrobas henchidas de tanino
Disfrazando las bostas del caminante  

Cartageneros indiferentes
observan a los orantes ante el altar
agonizante del Caño Juan Angola.

El mangle no deja ver el paisaje,
En cambio oculta la imagen del defecador
que con su accionar alimenta los fantasmas
de los barbudos de Chambacú

Ahora puedes orinar con libertad
la altura del mangle lo permite
puedes remontarlo para hablar
con los espíritus que presenciaron
la muerte de Gómez Jattin.

Al mangle puedes entrar,
medir sus raíces de llanto
acallar las voces de los peces
que perdieron la mirada
de las algas ausentes

El mangle te grita con voz urea,
habla con voz de agua maloliente
acaricia todas las mañanas con
vapores al esparrin pregonero

Allí están agigantados hablando
con las mariamulatas que huyen                   
del vaho cálido de las hormigas
desplazadas por las moléculas
de icopor flotando a la deriva
y a la indiferencia de la gente 

Los vendedores de minutos,
consultan las raíces del mangle mayor
hay silencio,
nunca estuvieron cuando la diáspora,
no, nunca estuvieron
 
Son nuevos en la ribera de la Ciénaga,
descansan sobre el silencio del agua,
tienen el dolor de los ausentes.
Los que allí estaban contemplaban
la brillantez del plumaje de las aves
reflejándose en las aguas

Ahora los vendedores de áreas trazadas

sobre los cuerpos de agua ofrecen
espacios extraídos con el relleno del caño
No importan los diámetros de las arterias
se estallan y se hacen negociables              
voces extendidas de loteadores
imágenes trazadas por el vuelo de las aves

La ciudad ofrecida en venta de duros
al uso de quienes miran los alcatraces
se asombran por el ofrecimiento, risa y sol

El mangle regala el magnesio de su clorofila
a cambio de la urea del prostático rugoso
que micciona sobre el lomo de sus raíces

Él anuncia en sus venas de tanino la llegada
de la marea
Premonición de otras aguas
Irán cubriendo las moles de celdillas
génesis de hipocampos y corales

Se ha inmortalizado el Espíritu del Manglar
Plañideras del novenario de Manuel Zapata Olivella
el abuelo y Martín se encaracolejan en el vaho

Caracoles danzantes,
alrededor del tambor del viejo Toribio
El cochero Juan en Chambacú,
recoge sueños de niño argonauta de Puerto Duro
siembra su pesebrera en el filo de la ribera
escucha voces del Mero Guasa de Tránsito

Raúl Gómez Jattin,
dejó sus últimas huellas
sobre la arteria de Chambacú
llevaba en su numen un poema al Pinturero
un adiós al Sargento Aguirre

Señala con su índice
las dimensiones del Parque de las Américas
Y deja que las mariamulatas,
sean las plañideras de su inhumación

Los olores del Mangle se perciben
en la entrada deTorices
se entrelazan con la soledad
de la basura del Playón del Blanco

Los ojos de los trazadores
De las moles sobre los Cuerpos de Agua
rumian sobre la indiferencia de los gobernantes
tasan bajo las hojas de periódicos enmohecidos
Tiran a la «tiña» las riberas de hombres
de atarrayas y con fuerza de canaletes,
con la convicción de pingües ganancias

Se da un Lumbalú por los cuerpos de agua,
alacenas de viejos chambaculeros
aprendieron gastronomía con los secretos
de caracol y cantos de meros guasas.
                                                                                                           

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